Historia de una evangelista anónima

El anciano

Cierto día, un hombre ya adulto, que pintaba canas, se paseaba solo por el parque de la ciudad. Se le veía distraído, un tanto melancólico y se me ocurrió acercarme para tocar algún tema que a él le pareciera llamativo. Por alguna razón quería conocerle y afianzar lazos de amistad. No soy muy dada a conversar con extraños, pero siendo yo una evangelista no podía negarme a aquel impulso que Dios me estaba dando.

Era muy interesante observar su mirada que lejos de ser expresiva tenía un aire de tristeza y aflicción.

No se me hizo difícil sacarle las palabras ya que parecía que don Ernesto, q así se llamaba, estaba pasando por un momento de angustia.

Comenzó hablando de su esposa, una mujer entrada en años, q había caído presa de un enfisema pulmonar y parecía que su salud se iba deteriorando poco a poco.

Su resentimiento con Dios por esta situación y por la perdida de su única hija en un accidente años atrás, se hacían manifiestos al decir que Dios era el único culpable.

Mis intentos por hacerle ver lo contrario no dieron fruto y así fue como don Ernesto se fue, dejándome a mí con un aire de impotencia.

Decidí tomar mi lugar y empezar a orar por aquel hombre, que sin saber a ciencia cierta quien era, me atraía en amor y misericordia.

En esa misma semana me lo volví a encontrar, su aspecto era aún más demacrado. Me decía que su esposa Susan ya estaba agonizando desde hace días y no sabía que hacer. Entonces unas lágrimas rodaron de sus ojos y pude entender el gran amor que este hombre sentía por su mujer.

        58 años de casados y en una fidelidad única, hacían que este anciano viera escapar la vida junto con la de su esposa.

“Si ella muere no quiero vivir” fue su respuesta. Fue entonces cuando una brisa fresca soplo hasta donde estábamos y pude sentir a Dios decir: “es el momento”

El momento de que te preguntarás, pues el momento que todo evangelista espera para empezar a mostrar el plan de salvación.

No es que nos aprovechemos de la situación, si no más bien que sabemos discernir el instante justo en que una persona está preparada para recibir la palabra de Dios.

Ciertamente la escritura dice que  el Espíritu Santo es el que convence, nosotros solo somos instrumentos de bendición para mostrar a otros el camino.

Le explique de un amor más grande y se había dado hace mas de 2000 años. Y de como Dios había entregado a su único hijo como Salvador del mundo, tan solo para que tuviéramos vida eterna. Le explique como en medio de todo el sufrimiento Dios quería  hablarle para que él entendiera que su esposa Susan debía partir y que era hora de entregársela en los brazos a Dios.

Fue así como me pidió que le acompañara al hospital a verla.

Con mucho gusto accedí. Ya en el centro hospitalario, pude ver aquella mujer desgastada por la enfermedad, pero aún se encontraba consiente.

Le abrasé. Le besé y sentí tanta misericordia por ella que con mucha paz le hable del gran amor de Dios y como Él quería que estuviera en las bodas del cordero si tan solo le habría su corazón en ese momento.

            Ella presentía que se le acercaba la hora de morir y miro a su esposo con tanto amor y le dijo: “ Yo quiero estar ahí, pero contigo”

Fue así como este par de ancianos le entregaron su vida a Cristo en ese momento. No tardo un par de horas y aquella dulce mujer estaba reposando en completa paz con el Señor.    

Luego me enteré que Ernesto se había fallesido a muy pocos días de su amada esposa.
Gloria a Dios, dos almas más para Cristo.El deseo de aquella anciana se habia cumplido, y el de Dios también.
Hermano, nunca dudes hablar del evangelio de Cristo. Hay oportunidades únicas que no puedes dejar pasar. Dios te dará dirección sobre que decir y que hablar, tú solo deja que Él te use como un instrumento de bendición para otros. Presenta a Jesús resucitado como la única opción para alcanzar la paz y tener una vida en abundancia. Te aseguro q no hay nada más gratificante que esto. 
Dios te bendiga.

Nuria Moraga Paniagua
Min. Punta de lanza a las Naciones
Heredia, Costa Rica.

nuria_alasnaciones@hotmail.com